Después de tantas telenovelas sobre el mundo narco colombiano, se ha creado una costumbre para algunas personas que creen que todo debe verse así. Qué bueno no es el caso de Griselda, la miniserie de Netflix que tiene buena acogida en esta plataforma.

No es que sea hater de las telenovelas. Simplemente, estoy consciente que son un producto televisivo enfocado a otras funciones. Con respecto a Griselda, estamos hablando de otra categoría más exigente desde el punto de vista cinematográfico.

Ojo, con esto tampoco estoy diciendo que ver esta miniserie es adentrarte como en Ozark o Breaking Bad; tampoco así, pero sí que deja un buen aporte a esto de la recreación del narco-mundo colombiano y su influencia en Estados Unidos.

De hecho, siempre he sentido que las sagas de Narcos y Narcos México fueron bastante buenas. A nivel del mundo crítico seriéfilo quizás pasaron subvaloradas, pero me parecen son productos genuinamente interesantes y con suficiente propuesta cinematográfica para decir que son programas estrellas de Netflix.

La Madrina del narco en Miami

Aquí en Griselda conoceremos la historia de Griselda Blanco, La Madrina, una verdadera capo de la cocaína a inicios de los 80 en Miami, Florida. Toda esa “moda blanca” de esa zona de EEUU podemos decir que fue gracias al trabajo de esta imponente mujer.

Pero ser una mujer así, de armas tomar, no significa que no sea humana. La veremos en su faceta de madre, de la acompañante, de la despreciada por su género y eventualmente de la mente criminal más despiadada. Es ahí que Sofía Vergara se luce como una grandiosa Griselda.

Si esto hubiese sido telenovela, el retrato habría sido terriblemente unidimensional. Afortunadamente, es una producción de otro tipo y se siente un armado narrativo más completo, a la vez que altamente entretenido.

Ver los seis episodios de menos de una hora de esta miniserie es súper sencillo, bien digeribles; a pesar de tener escenas fuertes de violencia, sangre y muerte.

Griselda, buen acierto de Netflix

Para mí, Griselda funciona bastante bien porque se siente la influencia del cine gánster o cine mafia. Aquí hay una escuela de cine tradicional que se aplica y adapta a un pálpito más latino. Y en esa combinación creo calzaron en el punto.

Obviamente, esto no lo hace exento de fallas, como diálogos sosos telenovelescos de vez en cuando; algunas caracterizaciones sobrepuestas y las conveniencias del guión para acelerar momentos.

Aun con eso, las escenas de tensión, de quiebre dramático y de adrenalina son lo suficientemente disfrutables para poder recomendarla.